Una iglesia construida entre el cielo y el suelo
Durante los últimos 30 años, el arquitecto Marek Jan Štěpán ha diseñado la Iglesia Beata Marie Restituta de forma intermitente. La intención de construir la iglesia apareció por primera vez en 1968 por los arquitectos Frantisek Zounek y Viktor Rudis y finalmente se ha completado más de 50 años después. La iglesia está ubicada en el corazón del barrio residencial Brno- Lesná en la República Checa.
El proyecto fue inspirado en el concepto de ciudad jardín y contiene tres pilares básicos: una iglesia cilíndrica, una torre triangular y el centro espiritual original diseñado por Zdeněk Bureš. La iglesia tiene forma circular y el círculo es un símbolo milenario del cielo y la eternidad. El tabernáculo está ubicado en un alto ábside iluminado desde arriba que se sitúa en el lado izquierdo de la iglesia.
La cúpula asimétrica está moldeada en una matriz hecha de tablas de madera que se asemeja a una huella digital tan grande que parece la huella digital de Dios. El interior es simple, compuesto y recogido. Las líneas de la estructura forman un espacio interior donde la luz es la protagonista. El arco iris está representado en estos 80 metros de largo y su propósito es proporcionar una luz natural suave e indirecta que no arroje sombras duras.
Dentro de la iglesia encontramos una escalera apenas visible. Esta dirige a los balcones de la primera planta donde la única decoración que hay, es la luz que entra a través de la vidriera y que va cambiando según las diferentes horas del día.
En el exterior se encuentra una torre vertical y horizontal. Esta conecta con la iglesia a través de una pasarela metálica de cristal. Con 31 metros de altura, la torre representa una relación entre Dios con su pueblo.
Todo ha sido construido con hormigón armado pretensado. Un material sencillo y muy adecuado para una interpretación simple y sin la sobrecarga visual de los espacios sagrados contemporáneos. Tanto los colores como la madera aportan un toque cálido a la intervención. Para su ejecución, Marek Jan Štěpán contó con la cooperación del argelino Muhammad Lasfer.