Todo al blanco: la certera apuesta de Richard Meier en la arquitectura

02 Dec, 2022

Desde el primer momento, Meier tuvo claro que las tendencias pasajeras y las modas no serían lo suyo, y se mantuvo fiel a un mismo estilo. A su mismo estilo. Una arquitectura protagonizada por un uso racional de la geometría, la claridad de sus espacios, el fuerte contraste de luces y sombras, y como símbolo principal, el uso del color blanco “Para mí el blanco es el color más maravilloso, porque refleja todos los colores que nos rodean”.

Y no solo tenía claro qué elementos le iban a acompañar en su trayectoria profesional, sino también dónde aplicarlos. Por eso, la mayoría de sus obras se centraron en museos, iglesias y grandes mansiones.

Siempre ha considerado que los edificios tienen un papel participativo en las calles, es decir, no están presentes sin más, sino que interactúan con su entorno. Y sobre todo, con las personas. Claro ejemplo de esto es una de sus grandes obras, MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) convertido en epicentro urbano de la cultura skater de la ciudad. Un binomio perfecto de espacio-ciudadano que incentiva la vida en la calle.

En alguna ocasión ha comentado que en sus inicios buscó fallidamente trabajo junto a Le Corbusier, arquitecto que incluye dentro de sus principales influencias, pero fue rechazado en todos sus intentos. Más tarde, en una entrevista se supo que no fue la falta de talento de Meier lo que falló, sino el descontento que Le Corbusier tenía con el gobierno estadounidense y el cual le llevó a no volver a contratar a arquitectos de esa nacionalidad, como nuestro protagonista de hoy. 

Tiempo después, Meier acabó abriendo su propio despacho en el que durante más de 50 años ha ido perfeccionando el estilo inconfundible que le llevó al reconocimiento mundial. La Medalla de oro de American Institute if Architects en 1997 o el Premio Pritzker en 1984 (siendo la personalidad más joven en recibirlo) son solo algunos de los grandes galardones que ha recibido a lo largo de su carrera por su excelencia arquitectónica.