Sumergidos en la obra de Klimt

22 Apr, 2022

Nacido en el seno de una familia humilde, Gustav Klimt recibió una beca para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Viena (Kunstgewerbeschule), donde aprendió a trabajar las técnicas de las artes decorativas, bajo una educación artística clasicista. En 1877 su hermano Ernst también fue admitido en la Escuela y, hacia 1880, los dos hermanos Klimt junto con su amigo Franz Matsch, gestionaban la “Compañía de Artistas”, recibiendo algunos modestos encargos, y colaborando como asistentes de su profesor en la decoración del Museo de Historia del Arte de Viena (Kunsthistorisches Museum).

Poco después Gustav Klimt inició su carrera individual como pintor de interiores, decorando algunos de los grandes edificios públicos del Ring, en los que desarrollaría ya algunos de los temas alegóricos que se convertirían más tarde en un rasgo distintivo de su obra. En 1892 fallecieron su padre y su hermano Ernst, y a partir de este momento Klimt empezó a definir su estilo personal.

En 1897 fundó su revista Ver Sacrum y, junto con otros artistas, el famoso grupo de la Secesión de Viena (Wiener Sezession), del que fue primer presidente y máximo exponente. Los objetivos principales de la Secesión eran la promoción de jóvenes artistas, la exhibición de obras extranjeras y la publicación de una revista sobre las principales obras de los miembros de la Secesión. En 1902, a tiempo para la XIV exposición de los secesionistas vieneses, Klimt concluyó su Friso de Beethoven, el cual fue pintado directamente sobre la pared con una técnica ligera, ya que la idea era exponerlo temporalmente; pero, tras la exposición se decidió conservar, aunque no sería expuesto de nuevo en público hasta 1986.

Después llega la “etapa dorada” de Klimt, en la que el artista incorpora pan de oro a sus pinturas, algo que ya había utilizado antes en, por ejemplo, su primera versión de Judith (1901). Pero de esta etapa destacan sobre todo el Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) y El beso (1907-1908).

Gustav Klimt supo combinar en sus obras el realismo del retrato con un decorativismo extremo en los fondos y los vestidos, en los que predominan los tonos amarillos y dorados, la utilización del oro y los motivos inspirados en las alas de mariposa o las colas de pavo real. Su estilo ha sido clasificado por muchos historiadores de arte como un estilo ecléctico, ya que en él encontramos referencias al arte del antiguo Egipto, a la cultura Micénica, a la Grecia clásica y al arte bizantino, pero también del arte medieval, exótico…

Muchas de sus obras de arte están expuestas en Viena, concretamente en la Secesión y en el Museo de Belvedere. Y ahora, en Madrid puedes sumergirte en ellas en la exposición inmersiva del Matadero. Proyecciones audiovisuales, realidad aumentada, realidad virtual, holografía… un auténtico despliegue tecnológico que nos acerca a la obra de Klimt como nunca antes. Nosotros hemos estado visitándola, y nos ha parecido una auténtica pasada, ¡no os la perdáis!