Prada Poole y la arquitectura de las burbujas
Prada Poole fue un adelantado a su tiempo, y aunque esto le llevó a ser incomprendido por sus contemporáneos, ha sido el tiempo el que ha puesto las cosas en su sitio.
Nació en Valladolid en 1938, y estudió en la Escuela de Arquitectura de Madrid donde se doctoró y posteriormente fue catedrático de Proyectos Arquitectónicos y profesor de estudios de doctorado. Se le considera uno de los máximos expertos españoles en Urbanismo y Arquitectura Bioclimática, Estructuras Ligeras y Arquitectura Neumática. Además, estuvo también muy en contacto con los desarrollos de la tecnología e incluso llegó a diseñar un programa informático, el ‘Estetómetro', que mediría los índices de calidad de un edificio.
Su arquitectura se definía como perecedera ya que, en su opinión, la ciudad tradicional tiene una configuración urbana demasiado rígida que dura demasiado y por ello la ciudad es incapaz de adecuarse a las nuevas y cambiantes demandas.
José Miguel de Prada Poole obtuvo el premio Nacional de Arquitectura en 1975 con el Hielotrón de Sevilla. Algo que no contentó a muchos y sorprendió a otros tantos.
Esta carpa climatizada para una pista de patinaje sobre hielo que parecía la ciudad de una civilización extraterrestre duró apenas tres años (debido a la especulación inmobiliaria), pero aquel tiempo fue suficiente para que, gracias a ella, Prada Poole lograra además del Premio Nacional de Arquitectura, dos cosas más: la portada del número de octubre de 1976 de la prestigiosa revista italiana de arquitectura Domus; y que, pese a ubicarse en pleno horno climático sevillano, su avanzado aparato tecnológico generara el menor consumo de energía logrado hasta el momento en una pista de hielo.
El arquitecto no logró ver su idea materializada tal y como él habría deseado, ya que el diseño original incluía proyecciones de escenas selváticas, con sonidos y hasta olores, en lo que habría sido el primer edificio de realidad virtual del mundo.
También fue el autor del Palenque, el espacio para conciertos de la Muestra Universal de la capital andaluza que ocupó numerosos espacios en la prensa en 1992. Pero es ahora con la perspectiva de los años y el auge del interés por la arquitectura verde y el ecologismo cuando es posible apreciar el carácter visionario de muchos de sus planteamientos.
E ideó la ‘Instant City’, concebida para albergar a los participantes en el Congreso Internacional de Diseño celebrado en Ibiza en septiembre de 1971. El encargo fue realizado con solo tres meses de anticipación y en él aportó una 'cartilla de construcción' una especie de manual de instrucciones para que los propios estudiantes que iban a ser alojados en ella participaran en su construcción.
El resultado fue un conjunto de células habitacionales dispuestas según un orden flexible, que el propio arquitecto define como una "ciudad de la libertad no anárquica", y que muchos críticos vincularon al movimiento hippy, a las reivindicaciones del Mayo del 68 francés y al espíritu colectivista que entonces cundía entre la juventud. La ciudad fue levantada en dos semanas y desmantelada y reciclada en solo dos días.
Pero quizá en uno de los proyectos en los que se evidencia el carácter pionero de sus investigaciones fue en el presentado a un concurso internacional para la construcción de un hotel en Abu Dhabi, que no llegó a realizarse y que bien podría pasar por uno de esos macro proyectos de última generación: una serie de torres bajo cúpulas de cristal que también albergarían árboles frutales y un sistema de condensación de agua que compondrían un oasis en la confluencia del desierto y el Mar Rojo.