Matilde Ucelay, la primera mujer arquitecta de España.
Imagina ser mujer. Imagina, además, querer ser arquitecta. Imagina hacerlo en un ambiente fascista. Imagina conseguirlo.
Así es la historia real de nuestra protagonista de hoy, Matilde Ucelay, la primera mujer arquitecta en España.
Nacida en el seno de la alta burguesía madrileña, su padre era abogado y su madre fundadora del Lyceum Club, una asociación femenina y feminista donde se luchaba por los derechos de las mujeres a la par que se organizaban actividades culturales, y como de casta le viene al Galgo, no fue de extrañar que Matilde siguiese esos mismos pasos que buscaban empoderar a la mujer en un mundo construido por y para hombres.
En 1931 ingresó en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Madrid, y en 1936, se convirtió en la primera mujer -y la más joven- en recibir el título de arquitectura en España.
En 1939 montó su propio estudio en casa, un ático en el corazón de Madrid, donde ejercería durante toda su vida laboral. Más de cuatro décadas en las que realizó cerca de 120 proyectos hasta su jubilación en 1981. Por desgracia, las obras que creó antes de 1945 no pudieron llevar su firma, sino la de sus compañeros, quienes defendieron la autoría de sus proyectos mientras ella estuvo inhabilitada.
Esta inhabilitación fue una de las consecuencias de participar en la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos de Madrid durante la Guerra Civil. Al acabar la contienda, todos sus miembros fueron acusados de delito de auxilio a la rebelión y condenados por el Código de Justicia Militar. Entre las sanciones que recibieron, la de Matilda fue sin lugar a duda mucho más dura que la del resto de sus 29 compañeros varones, a quienes redujeron las penas mientras que la suya no dejó de crecer. Una de las sanciones que recibió le prohibió firmar obras durante 5 años y la inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos y directivos.
Tras estas medidas, existía una intencionalidad de suprimir su presencia, e incluso su existencia, en este sector, y como resultado del veto de ejercer cargos públicos y directivos, Matilda se especializó en la arquitectura doméstica y alguna incursión en la arquitectura industrial.
En 1940 realizó su primera obra, por encargo de su suegra, Paz Basala: La Huerta del Venado.
Entre sus obras, podemos destacar también algunos proyectos residenciales como la Casa Oswald, y la Casa Bernstein, y en otras tipologías, la Libreria Turner y el Laboratorio Medix, entre otros.
Su extensa vida profesional y su talento y carácter intrínseco le llevaron a recibir en 2004 el Premio Nacional de Arquitectura. Además, de manera póstuma, el Gobierno empezó a celebrar los Premios Matilde Ucelay, los cuales reconocen la labor de quienes luchan por la igualdad de género en los ámbitos de la infraestructura, transportes, movilidad, vivienda y urbanismo.