Le Corbusier y la arquitectura moderna

11 Nov, 2016

Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier,  fue un arquitecto y teórico de la arquitectura, urbanista, decorador de interiores, pintor, escultor y hombre de letras suizo nacionalizado francés en 1930.

Es considerado uno de los más claros exponentes de la arquitectura moderna y uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Además de ser uno de los más grandes renovadores de la arquitectura moderna, fue un incansable agitador cultural y con sus escritos se ganó una merecida fama de polemista y aportó un verdadero caudal de ideas innovadoras que han hecho que su obra influya decisivamente en la arquitectura posterior.

El 15 de marzo de 2006 parte de la «Obra arquitectónica de Le Corbusier – Contribución excepcional al Movimiento Moderno» fue inscrita como Patrimonio de la Humanidad, en la categoría de bien cultural.

Le Corbusier fue, además de un gran arquitecto y pintor, un eminente teórico de la arquitectura que siempre defendía que, aparte de saber crear buenos edificios era necesario saber explicarlos y transmitirlos al resto de los profesionales y a los estudiantes. Como visionario, Le Corbusier veía la posibilidad de cambiar el mundo a través de la arquitectura.

Entre sus principales aportaciones a la arquitectura podemos destacar:

La machine à habiter

Le Corbusier definía la vivienda como la máquina para vivir o máquina para habitar. Poniendo énfasis no sólo el componente funcional de la vivienda, sino en el mero hecho de vivir en ella. Para él, el objetivo de la arquitectura era generar belleza y ésta debía repercutir en la forma de vida de los ocupantes de los propios edificios.

L´Esprit Nouveau

A fin de divulgar sus ideas sobre la arquitectura y la pintura, Le Corbusier fundó en 1920, junto con Amédée Ozenfant y Paul Dermée, una revista de divulgación artística que obtuvo gran resonancia internacional: L'Esprit Nouveau cuyo primer número data del 15 de octubre de 1920 y el último en 1925.

Los cinco puntos de una nueva arquitectura

En 1926 Le Corbusier presentó un documento donde expuso los llamados «cinco puntos de una nueva arquitectura»:
  1. La planta baja sobre pilotes: para Le Corbusier, la planta baja de la vivienda, al igual que la calle, pertenecía al automóvil, ya sea para circulación o aparcamiento, por este motivo la vivienda se elevaba sobre pilotes para permitir el movimiento de los vehículos.
  2. La planta libre: a partir de la estructura independiente, aprovechando la tecnología del hormigón armado genera una estructura de pilares en la que apoyan losas, de esta forma el arquitecto decide dónde poner los cerramientos, siendo independientes de un nivel al otro.
  3. La fachada libre: el corolario del plano libre en el plano vertical. La estructura se retrasa respecto de la fachada, liberando a ésta de su función estructural y permitiendo libertad en su composición independientemente de la estructura.
  4. La ventana alargada: por el mismo motivo del punto anterior, también los muros exteriores se liberan, y las ventanas pueden abarcar todo el ancho de la construcción, mejorando la relación con el exterior y permitiendo un mejor asoleamiento de los espacios interiores.
  5. La terraza-jardín: para Le Corbusier la superficie ocupada a la naturaleza por la vivienda debía de ser devuelta en forma de jardín en la cubierta del edificio, convirtiendo el espacio sobre la vivienda en un ámbito aprovechable para el esparcimiento, que además permitía mantener condiciones de aislamiento térmico sobre las nuevas losas de hormigón.
Y hay un elemento más que Le Corbusier pondera en la obra arquitectónica nueva, La 'promenade' arquitectónica: el edificio debe invitar a ser recorrido y a partir de eso se lo podrá comprender en su totalidad.

Su arquitectura resulta ser altamente racionalista, depurada (con el uso de materiales sin disimularlos; nota la posible belleza de las líneas depuradas, sin adornos, sin elementos superfluos) y con un excelente aprovechamiento de la luz y las perspectivas de conjunto, dando una sensación de libertad (al menos para el desplazamiento de la mirada) y facilidad de movimientos.

El Modulor

Además, ideó el Modulor, un sistema de medidas basado en las proporciones humanas, en que cada magnitud se relaciona con la anterior por el Número Áureo, para que sirviese de medida de las partes de arquitectura. De esta forma retomaba el ideal antiguo de establecer una relación directa entre las proporciones de los edificios y las del hombre.

Tomó como escala del hombre francés medio de esa época: 1,75 m de estatura; y más adelante añadió la del policía británico de 6 pies (1,8288 m), lo que dio el Modulor II. Los resultados de estas investigaciones fueron publicados en un libro con el mismo nombre del Modulor.