Le Corbusier, el hombre que dio forma a la arquitectura moderna
Le Corbusier, o Charles-Édouard Jeanneret-Gris (su nombre original) nació el 6 de octubre de 1887 en La Chaux-de-Fonds al oeste de Suiza. Su madre era una artista que impartía clases de música y tocaba el piano, mientras su padre ejercía el oficio común de su localidad, la relojería.
Estando en París, pudimos ver también en el Pompidou algunas maquetas y dibujos de su obra, y la representación de El Modulor, el sistema de medidas creado por él y basado en las proporciones humanas.
Le Corbusier no cursó estudios académicos en arquitectura, pero mientras estudiaba grabado en la Escuela de Artes de La Chaux-de-Fonds, conoció a Charles L'Eplattenier, un pintor multifacético y pionero del Art Nouveau en Suiza que fue su profesor y le acercó a esta disciplina.
Gracias a ello, hoy se le considera el más grande, fructífero y libre representante del Movimiento Moderno, un arquitecto global e inagotable capaz de reinventarse plástica y conceptualmente en cada época de su vida.
En sus primeras viviendas, como la casa que firmó para sus padres, Villa Le Lac en 1924, está el origen de trabajos posteriores, como la Villa Saboya o la casa del médico Pedro Curutchet, en La Plata (Argentina).
Fue de los primeros en defender la construcción estandarizada como un modo de conciliar calidad y crecimiento sostenible, y sus aportaciones al uso arquitectónico y emocional del color todavía son fuente de inspiración. De su influencia da fe el hecho de que la UNESCO ha declarado 17 obras suyas Patrimonio de la Humanidad.
El estilo arquitectónico de Le Corbusier es parte del racionalismo. A lo largo de su producción arquitectónica, el principio de mantener la sencillez, deshacerse de toda ornamentación innecesaria y utilizar materiales prefabricados como el hormigón armado, dan forma a uno de sus pilares teóricos: el funcionalismo.
Los bloques de apartamentos que se hacinan en nuestras ciudades desvirtúan el legado de l’Unité d’Habitation de Marsella, un inmueble vivo, con terraza en la azotea, que resume los principios de Le Corbusier: levantar sobre pilotis, no interrumpir las plantas, ventanas corridas y zonas de recreo comunes.
Villa Savoye, a las afueras de París, es otro de los “hits” del maestro arquitecto, en sus sencillas geometrías blancas podemos encontrar reminiscencias a las casas campesinas del Mediterráneo. Una moderna reinterpretación que encarna el concepto creado por Le Corbusier de la casa como “máquina de habitar”.
Y si viajamos al norte de Francia, en Ronchamp, encontraremos la famosa capilla de Notre Dame du Haute. Pueden descubrirse en ella formas relacionadas con la arquitectura tradicional de Santorini, como los audaces canelones para desaguar las lluvias. Asimismo, sus lineas libres y fluentes muestran una íntima relación con las mezquitas de la isla de Djerba en Túnez y con la iglesia Paraportiani en Mykonos. Formas escultóricas trabajadas por el hombre y la naturaleza. El Mediterráneo entero en una construcción a muchos kilómetros de él.
Su última casa, el Cabanon, ocupaba tan solo 12m2 y fue levantada con troncos de madera en La Costa Azul, donde murió en 1965 de un ataque al corazón mientras nadaba en el Mediterráneo.