La reinvención del turismo rural
Os presentamos São Lourenço do Barrocal, un lugar remoto rodeado de naturaleza en el Alentejo, cerca de la frontera entre Portugal y España. Barrocal es el proyecto de José Antonio Uva, un portugués que decidió convertir una finca que había pertenecido a su familia durante 200 años en un hotel con residencias.
Estos terrenos fueron expropiados a sus dueños en 1974, tras la Revolución de los Claveles. Hasta 1991 el gobierno no se las devolvió. Fue a principios de este siglo cuando Uva decidió que iba a devolver la vida a esta finca que es más que una finca: tenía casas, viñas, campos de cereales, oficinas, viviendas, capilla propia y hasta escuela.
José Antonio se mudó a la finca durante dos años para ver cómo era el ritmo de las estaciones, de la luz, para estudiar la tierra y pensar qué querría hacer en ella. Entonces, en la finca no había nada habitable ni habitado. Él vivía en el único espacio techado de la propiedad.
Tenía en mente la arquitectura del Sea Ranch en California, los jardines de Babylonstoren en Sudáfrica y el trabajo de Dan Barber en Stone Barns, en el estado de Nueva York. Comenzó a pensar con antropólogos, paisajistas, historiadores y arquitectos. Una vez que tuvo todo claro comenzó la construcción de Barrocal empleando a personas del Alentejo y a un portugués ilustre, el premio Pritzker Souto de Moura. Catorce años después, en 2016, abrió sus puertas.
Barrocal es una forma de entender el turismo rural tan vanguardista como centenaria. La idea era construir un hotel en las antiguas viviendas de los trabajadores con todas las comodidades de nuestro tiempo pero con toda la simplicidad que pedía la tierra. Tendría bar, restaurante, spa, huerto, piscina… y todo lo que se espera de un buen hotel que forma parte de Small Luxury Hotels of the World.
Sin embargo, su aspecto es más de una aldea, rancho o monasterio. Souto de Moura rehabilitó los espacios y se decoraron con piezas de artesanos portugueses como las mantas de Burel o la cerámica de Estudio Caldas da Ranhia. En Barrocal hay una construcción principal, llamada Monte con una calle central que es el eje de la vida.
En torno a ella están las habitaciones, que tienen varios formatos, desde dobles a villas de 2-3 estancias que se articulan en torno a patios con albercas y lavanda en las paredes. En total en Barrocal duermen 114 personas. En el Monte están también la recepción, la tienda, el bar y el restaurante, como si fuera la calle mayor de un pueblo. Pero 700 hectáreas dan para mucho más.
Así que Uva decidió crear tres complejos de viviendas: uno diseñado por Souto de Moura, también encargado de la rehabilitación del Monte, otro por John Pawson y otro por un estudio de arquitectos que elaboró el proyecto principal. La idea es que cualquiera pueda comprar una hectárea de terreno y elegir de qué arquitecto quiere su casa.
A Barrocal, por tanto, se puede ir como huésped y como dueño. Todos disfrutarán de los espacios de la finca, de los 16 dólmenes y de los menhires de 7000 años. También de los servicios comunes como la piscina, vigilada por una roca de granito de cuatro metros de alta. O el huerto, del que crecen frutas de una hermosura salvaje y que alimenta el restaurante, que está abierto a todo el mundo.