La oficina moderna de Florence Knoll
Huérfana a los 12 años, Shu (como era conocida), fue adoptada por Eliel Saarinen y su esposa. Estudió en la Architectural Association en Londres, y tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial tuvo que volver a EE.UU donde completó sus estudios en arquitectura. Aquí conoció a muchos de los principales referentes de ese sector en la época, como Ludwig Mies van der Rohe, de quien tuvo la más clara influencia en su enfoque del diseño: riguroso y metódico.
Fue precisamente con él con quien obtuvo su primer trabajo como aprendiz en 1940. Al ser la única mujer en la empresa, a menudo se le asignaban interiores de proyectos, la parte que sus colegas varones no querían. Shu no solo sobresalía en este trabajo, sino que revolucionó el aspecto de la oficina moderna con muebles elegantes, textiles artísticos y un entorno de trabajo libre y ordenado
En 1941, con 24 años, Florence Schust se trasladó a Nueva York, donde se encontró con Hans Knoll, un empresario alemán quien acababa de fundar Hans G. Knoll Furniture Company y a quien convenció para que le dejara unirse a la empresa. Esta relación, que empezó siendo estrictamente profesional, evolucionó hacia una historia de amor que culminaría en boda.
Tras el inicio de su matrimonio, la compañía pasó a llamarse Knoll Associates, y fue ahí donde Florence llevó a cabo una de sus mayores aportaciones: la creación de la Unidad de Planificación de Knoll en 1946.
Este servicio ofrecía a sus clientes un paquete de «diseño integral» de espacios corporativos basados en investigaciones empíricas, algo inaudito en ese momento, apostando por diseños limpios, ordenados y de plantas abiertas, buscando fusionar arquitectónicamente el espacio con su contenido, no sólo por la estética visual, sino por lograr habitar los espacios atendiendo a las necesidades cambiantes del día a día en el lugar de trabajo.
A parte de esta gran aportación, Shu también lanzó un programa textil que se consolidó bajo el nombre de KnollTextiles. La práctica simple pero efectiva de grapar muestras de tela en piezas cardboard la llevó a desarrollar un sistema de visualización que finalmente se convirtió en un estándar de la industria.
Años más tarde, en 1955, su marido murió y Florence quedó como única dueña de Knoll Associates, donde estuvo dirigiendo hasta su jubilación una década después.
Su estilo se basaba en la alianza perfecta entre funcionalidad y estética, sin extravagancias, donde el único adorno son los materiales como la madera y el mármol. Favorecía los espacios de trabajo abiertos, integrando iluminación, colores vibrantes, telas artísticas, sillas moldeadas, sofás y escritorios con patas cromadas, mesas de reuniones ovaladas e interiores futuristas, más arquitectónicos que decorativos.
Fruto de la firma multidisciplinar que Florence dejó marcada a lo largo de su trayectoria profesional, y con la que revolucionó la forma en la que vivimos y trabajamos en el hogar y oficina modernos, recibió numerosos premios y reconocimientos como ser la primera mujer en recibir la Medalla de Oro para el Diseño Industrial del American Institute of Architects en 1961, el Athena Award de la Rhode Island School of Design en 1983, la Medalla Nacional de las Artes de Estados Unidos en 2002, y en 2003, el presidente George W. Bush le otorgó el premio más alto del país a la excelencia artística, la National Medal of Arts.