Heliodoro Dols, el arquitecto de Torreciudad

17 Jun, 2025

Heliodoro Dols
1933–2025


Hoy queremos dedicar nuestro espacio de difusión a un gran arquitecto que nació en Valencia en 1933 y que fue el autor de la obra magistral de Torreciudad, en Huesca. Desde muy pequeño, Heliodoro Dols se trasladó a Madrid, donde más tarde se formó en la Escuela de Arquitectura, licenciándose en 1959 junto a figuras como Fernando Higueras, Curro Inza y Miguel de Oriol. Junto a un joven Antonio López, Heliodoro ganó el Premio Nacional de Arquitectura en 1965 con el diseño de una fuente en la plaza monumental de Pedraza. Entre 1963 y 1975 se dedicó casi exclusivamente al proyecto de Torreciudad, por lo que fijó definitivamente su residencia en Zaragoza en 1973.


El templo y recinto de Torreciudad, en Huesca, es la obra más conocida de Dols y uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura sacra española del siglo XX. Heliodoro dirigió su construcción entre 1970 y 1975, basándose en la tradición y la arquitectura popular de Aragón. Fue un proyecto complejo y orgánico cuya identidad se logra mediante el uso de materiales cerámicos típicos de la región, buscando emular, a escala del paisaje, los pueblos del entorno.



Sobre su trabajo en Torreciudad, Heliodoro dejó escrito:


“Los cinco años vividos a pie de obra supusieron una extraordinaria experiencia tanto en el plano profesional como en el humano. Traté de que su tamaño fuera humano, me gustó hacer algo para la Madre de Dios e intenté poner mi cariño en el estudio de los ensamblajes de aquellas piedras y ladrillos. Gracias a todas las personas que colaboraron allí se pudo hacer Torreciudad. Y gracias al empeño, esmero y cariño que pusieron en su construcción se hizo realidad. Este fue el motivo por el que san Josemaría, el fundador del Opus Dei, nos dijera cuando lo vio terminado: ‘Con material humilde, de la tierra, habéis hecho material divino’.”


La arquitectura y obra de Dols

La obra del arquitecto refleja muchas de las características que han definido una época: la armonía entre la arquitectura y el entorno natural; la inspiración en las tradiciones y estilos populares; el uso de la geometría como medio de expresión formal; y un constante interés por integrar distintas disciplinas artísticas, colaborando con otros creadores. Su arquitectura se apoya en la fuerza expresiva de los materiales y de los elementos tectónicos. Utiliza componentes contundentes como techos, columnas y muros, que aportan solidez y carácter a sus obras. Gracias a ello, Dols logró un estilo propio, reconocible y único en su expresión.


En su obra del santuario, consigue encajar perfectamente todas las piezas e integrar magistralmente la influencia de la arquitectura clásica con un enfoque contemporáneo, creando espacios que no solo son funcionales, sino también profundamente simbólicos y estéticamente impactantes. En conjunto, su trabajo en Torreciudad ejemplifica cómo la arquitectura puede ser un puente entre el pasado y el presente, enriqueciendo el paisaje cultural y espiritual de la región.


A sus 91 años, Dols deja una herencia reconocible: una arquitectura moderna pero amable, sincera y madura. Su obra trasciende los estilos pasajeros porque está profundamente arraigada al lugar y al tiempo en que fue concebida.
En tiempos en los que la arquitectura se reduce con frecuencia a imágenes impactantes para las redes sociales, Dols nos recuerda que construir es crear espacios habitables con alma. Su legado nos enseña que construir no es imponer formas al paisaje, sino dialogar con él para crear algo verdaderamente eterno.