Barrocal, la aldea de una familia

14 Feb, 2020

São Lourenço do Barrocal ni es un cortijo ni una aldea, es un lugar remoto rodeado de naturaleza cerca de la frontera entre Portugal y España. Es el proyecto de José Antonio Uva, un portugués que decidió convertir una finca que había pertenecido a su familia durante 200 años en un hotel con residencias.

Estas tierras de la fotografía (y alguna más, hasta ocupar 700 hectáreas) fueron expropiadas a sus dueños en 1974, tras la Revolución de los Claveles. Hasta 1991 el gobierno no se las devolvió. Fue a principios de este siglo cuando Uva, octava generación de la familia y que entonces vivía en Londres, decidió que iba a devolver la vida a la finca. Una finca que casi era una aldea, ya que contaba con casas, viñas, campos de cereales, oficinas, viviendas, capilla propia y hasta escuela.

Para ello, José Antonio se mudó al único espacio habitable de la finca durante dos años para ver cómo era el ritmo de las estaciones, de la luz, para estudiar la tierra y pensar qué querría hacer en ella.

Con la arquitectura del Sea Ranch en California, los jardines de Babylonstoren en Sudáfrica y el trabajo de Dan Barber en Stone Barns, en el estado de Nueva York; Uva comenzó a pensar con antropólogos, paisajistas, historiadores y arquitectos. Y una vez que tuvo todo claro comenzó la construcción de Barrocal empleando a personas del Alentejo y a un portugués ilustre, el premio Pritzker Souto de Moura. Catorce años después, en 2016, este fue el resultado: una forma de entender el turismo rural tan vanguardista como centenaria.