Agustín Hernández, el pilar de la arquitectura moderna
Este mes de noviembre dijimos adiós a uno de los padres de la arquitectura moderna, Agustín Hernández Navarro. Hasta sus 98 años, dedicó toda su vida a la búsqueda de los límites convencionales, y desde luego que lo consiguió. De hecho, su personal y disruptivo trabajo le llevó a recibir en 2017 el reconocimiento “Trayectoria” en los Premios Noldi Schreck, evento que destaca a lo mejor del interiorismo y la arquitectura en México.
Su taller, también conocido como PRAXIS, es una de las joyas de la arquitectura brutalista, un estilo basado en mostrar los materiales en bruto, con el fin de enfatizar la propia naturaleza expresiva de estos.
Para este diseño se inspiró en las palapas de los lugareños de Acapulco, con una combinación de acero, cristal y hormigón bajo líneas geométricas y aire futurista.
Agustín fusionó los principios de la Bauhaus con la tradición hispánica, y comentó en varias ocasiones que su arquitectura unía estructura, forma y función como en la naturaleza orgánica.
Otras de sus obras más icónicas son:
Casa de Amalia Hernández, un proyectó para su hermana bailarina y fundadora del Ballet Folklórico de México
Heróico Colegio Militar, una academia para cadetes inspirada en las zonas arqueológicas de Monte Albán, Oaxaca y Teotihuacán
Casa del Aire, un diseño brutalista que desafía las reglas del posmodernismo.
Conjunto Calakmul, o más conocido como el edificio de “la lavadora”.
Como se puede apreciar, cada uno de sus proyectos tiene una identidad y estilo propio, pero con una materia en común: ninguno de ellos pasa desapercibido.
Así es la huella que Agustín ha dejado en la arquitectura. Un legado, no solo para ser visto, sino que además, invita a las nuevas generaciones a desmarcarse de las tendencias dominantes y buscar inspiración en otras vías menos transitadas.